domingo, 21 de octubre de 2012

Clarita II

Clarita II "Es el amanecer. Clarita está sentada en un banco bajo, con la pollera arremangada sobre las rodillas y las piernas que dan lugar al balde, en el que cae la leche de vaca que está ordeñando. Como la tarea es mecánica, tiene tiempo para pensar sobre sus cosas, su vida...le gusta la soledad y la paz de ese momento. Su marido y sus hijos mayores ya se han ido a trabajar al campo y no volverán hasta las diez de la mañana, hora en la que preparara el "almuerzo chico": bifes con cebolla, huevos fritos y galleta de campo... después al mediodía, vendrá el almuerzo grande -piensa ella- ¡Y ese sí que me lleva tiempo!... si hubiese nacido hombre... ya andaría yo por el campo, o mejor... me hubiese ido a vivir a la ciudad. ¡Ah sí…! Debe ser lindo trabajar en un taller mecánico, arreglando autos...esos que a veces pasan por acá, levantando tierra y que me dejan pensando para donde irán...O si no, ser empleado en una oficina. Claro, para eso hay que haber estudiado, pero yo no... bueno, la mama no entendía nada de escuela...¡¡¡Que me iba a mandar!!! bastante con que me enseñó a cocinar y pude ser cocinera para los ingleses de la Casa Grande...¡je! los ingleses...mi tata siempre me dijo: ¡¡vos sos irlandesa, nunca te olvides!!...somos mejores que ellos… y un día seremos libres...Todavía no entiendo bien lo que me quería decir, pero cuando me trataban con altanería, a veces con desprecio... yo, para mis adentros, me acordaba de mi papá y pensaba: ¡¡un día seremos libres!!Eso me ayudaba a sentirme importante, era como tener un secreto al que nunca llegarían... Sí, es verdad que cuando me case y deje de trabajar, me liberaré de ellos...pero, parece que nunca hay una libertad completa, como a mí gustaría..."

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